Guattari con Lacan, Lacan con Guattari una inquietante -unheimlich- cercania por Alberto Sladogna

                                                                     

De acuerdo a una atribución no documentada, Félix Guattari sería el autor de este artículo: Para acabar con la masacre del cuerpo, publicado originalmente de manera anónima en la revista francesa Recherches n° 12, 1973, cuyo tema monográfico fue “Tres mil millones de pervertidos: Gran enciclopedia de las homosexualidades”. En esa revista participaban Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jean Genet, Guy Hocquenghem y Jean-Paul Sartre.  Ninguno de los textos de ese número aparece firmado. El gobierno francés decomisó y destruyó todos los ejemplares de la revista y colocó cargos en la justicia contra Félix Guattari, director de la publicación, acusándolo de ofender “a la decencia pública”. Carlos Ravina hizo el favor de enviar el link correcto del cual tomé el texto de Guattari:  http://artilleriainmanente.blogspot.com.ar/2012/05/felix-guattari-para-terminar-con-la.html

La atribución de la autoria a Felix Guattari es otra forma de hacer aparecer los temas que desplegó , así como un ambiente, donde el autor y la autoria no eran necesarios para hacer circular una novedad, se trataba de no personalizar o inducir eso del costado del lector. A eso se le añade un hecho, Felix Guattari firmó ese número pues era su director, y un director, lo quiera o no, le guste o no, acuerde o no, se hace cargo de lo publicado. Guattari fue citado por la justicia de Francia en su carácter de director. Quizás, esa persecución jurídica dio pie al hecho de que se le atribuya la autoria. Pregunta la persecución ¿se equivocó o se equivoca? A lo cual se añade un hecho pragmático: cuanto más se pretende no personalizar tal o cual actividad o publicación, el resultado es el aumento geométrico de la persona..lización.

El rumor o la atribución de su autoria no por ello deja ser pertinente, quizás deja abierta las condiciones para estudiar cómo se produjo ese lugar común de atribuirle a él y solo a él la escritura del artículo. ¿Se equívoco la vox-populi? ¿Sera así? El lector tendrá algo que decir al respecto. Se añade un hecho: el ritornelo de atribuirle esa autoria implica efectos, uno de ellos, hoy fue convocar la atención de los lectores, entre otros, mi atención. Considero que, hasta donde leí las propuestas de Felix Guattari, fueron nodales para Lacan, lo son para la lectura de los seminarios de Lacan y los lacanianos que se atreven a leer con nuevos aires a los dos autores. Lacan con Guattari, Guattari con Lacan colaboración inquietante -unheimlich-. Guattari fue -y es- la condición de posibilidad de los despliegues de la  école lacanienne de psychanalyse  respecto del amor en el análisis,del movimiento queer, de los homosexuales, de las lesbianas, de los textos de Foucault, Preciado, Butler y otros; nodal para dar a conocer autores, textos y temas que permiten leer a Jacques Lacan con nuevos horizontes; esa lectura tiene consecuencias pues han permitido a la elp abandonar el ronroneo del "Complejo de Edipo", dejar de lado la supuesta "cadena significante" y su "sujeto" carente de sostén, así como alejarnos de esa insólita idea de que habría una "teoría" del amor en el análisis, según la cual el analizante  solo ama según "su papí y/o su mamí" o del amor simbólico "dar lo que no se tiene" . Soy un miembro de la école lacanienne de psychanalyse muy Felix de ver el componente performativo que Guattari donó al análisis y a la elp. Ahora ustedes lectores tendrán algo para leer y quizás algo dirán de esa lectura.

Para acabar con la masacre del cuerpo por "..."

Cuales sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual, afectiva, a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento…
Infatigablemente, continúa su sucio trabajo de castración, de aplastamiento, de tortura, de encuadramiento del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.
A fuerza de retenciones, de éxtasis, de lesiones, de neurosis, el Estado capitalista impone sus normas, fija sus modelos, imprime sus caracteres, distribuye sus roles, difunde sus programas… Por todas las vías de acceso en nuestro organismo, sumerge en lo más profundo de nuestras vísceras sus raíces de muerte, confisca nuestros órganos, desvía nuestras funciones vitales, mutila nuestros goces, somete todas las producciones vividas al control de su administración patibularia. Hace de cada individuo un lisiado, cortado de su cuerpo, extranjero a sus deseos.


Para reforzar su terror social experimentado como culpabilidad individual, las fuerzas de ocupación capitalista con su sistema cada vez más refinado de agresión, de incitación, de chantaje, se ensañan en reprimir, en excluir, en neutralizar todas las prácticas deseantes que no tienen por efecto reproducir las formas de la dominación.
Así se prolonga indefinidamente el reino milenario del goce desdichado, del sacrificio, de la resignación, del masoquismo instituido, de la muerte: el reino de la castración que produce al sujeto culpable, neurótico, laborioso, sumiso explotable.
Este viejo mundo que por todas partes apesta a cadáver, nos horroriza y nos convence de la necesidad de llevar a cabo la lucha revolucionaria contra la opresión capitalista en el lugar en el que está más profundamente arraigada: en lo vivo de nuestro cuerpo.
Es el espacio de este cuerpo con todo lo que produce de deseos al que queremos liberar de la influencia extranjera. Es en este lugar que queremos trabajar para la liberación del espacio social. No hay frontera entre los dos. yo me oprimo porque yo es el producto de un sistema de opresión extendido a todas las formas la vida.
La conciencia revolucionaria es una mistificación siempre que no pasa por el cuerpo revolucionario, el cuerpo productor de su propia liberación.
Son las mujeres en rebelión contra el poder masculino —implantado durante siglos en sus propios cuerpos—, los homosexuales en rebelión contra la normalidad terrorista, los jóvenes en rebelión contra la autoridad patológica de los adultos, quienes han comenzado a abrir colectivamente el espacio del cuerpo a la subversión y el espacio de la subversión a las exigencias inmediatas del cuerpo.
Son ellas, son ellos, quienes han comenzado a desafiar el modo de producción de los deseos, las relaciones entre el goce y el poder, el cuerpo y el sujeto, tales que funcionan en todas las esferas de la sociedad capitalista e incluso en los grupos militantes.
Son ellas, son ellos, quienes han quebrado definitivamente la vieja separación que divide a la política de la realidad experimentada para el máximo beneficio de los gerentes de la sociedad burguesa como de aquellos que pretenden representar a las masas y hablar en su nombre.
Son ellas, son ellos, quienes han abierto los canales de la gran sublevación de la vida contra las instancias de muerte que no cesan de insinuarse en nuestro organismo para someter cada vez más sutilmente la producción de nuestras energías, de nuestros deseos, de nuestra realidad, a los imperativos del orden establecido.
Una nueva línea de ruptura, una nueva línea de ataque más radical, más definitiva, es trazada, a partir de la cual se redistribuyen necesariamente las fuerzas revolucionarias.
Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… para hacer las piezas y las labores de la innoble mecánica de la producción del capital, de la explotación y de la familia.
Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, de las zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas.
Ya no podemos soportar que nuestro sistema nervioso sirva de transmisor en el sistema de explotación capitalista, estatal, patriarcal, que nuestro cerebro funcione como una máquina de suplicios, programada por el poder que nos cerca.
Ya no podemos sufrir el liberar, al retener nuestras cogidas, nuestra mierda, nuestra saliva, nuestras energías, conforme a las prescripciones de la ley y sus pequeñas transgresiones controladas: Queremos hacer trozos al cuerpo frígido, al cuerpo encarcelado, al cuerpo mortificado, que el capitalismo no cesa de querer construir con los desechos de nuestro cuerpo viviente.
Este deseo de liberación fundamental para introducirnos a una práctica revolucionaria llama a que salgamos de los límites de nuestra persona, que volquemos en nosotros al sujeto, que salgamos de la sedentariedad, del estado civil para atravesar los espacios del cuerpo sin fronteras, y vivir en la movilidad deseante más allá de la sexualidad, más allá de la normalidad, de sus territorios, de sus repertorios.
Es en este sentido que algunos hemos sentido la necesidad vital de liberarnos en común de la influencia que las fuerzas de aplastamiento y de captación del deseo han ejercido y ejercen sobre cada uno de nosotros en particular.
Todo lo que hemos vivido sobre el modo de la vida personal, íntima, lo hemos tratado de abordar, de explorar, de vivir colectivamente. Queremos derrumbar el muro de concreto que separa, por el interés de la organización social dominante, el ser del parecer, lo dicho de lo no-dicho, lo privado de lo social.
Hemos comenzado a descubrir juntos toda la mecánica de nuestras atracciones, de nuestras repulsiones, de nuestras resistencias, de nuestros orgasmos, de señalar al conocimiento común el universo de nuestras representaciones, de nuestros fetiches, de nuestras obsesiones, de nuestras fobias. Lo inconfesable ha devenido para nosotros materia de reflexión, de discusión pública, de explosiones políticas en el sentido en el que la política manifiesta en el campo social las aspiraciones irreductibles de lo viviente.
Hemos decidido romper el insoportable secreto que el poder hace caer sobre todo lo que toca al funcionamiento real de las prácticas sensuales, sexuales, afectivas, como hace caer sobre el funcionamiento real de toda práctica social que produce o reproduce las formas de la opresión.


Destruir la sexualidad


Al explorar en común nuestras historias individuales, hemos podido medir hasta qué punto toda nuestra vida deseante está dominada por las leyes fundamentales de la sociedad estatal, capitalista, de tradición judeocristiana; y en efecto subordinada a sus reglas de eficacidad, de plusvalor, de reproducción. Al confrontar nuestras experiencias singulares, sin importar qué tan libres podían habernos parecido, nos hemos dado cuenta de que no cesamos de conformarnos en los estereotipos de la sexualidad oficial, la cual reglamenta todas las formas de lo vivido y extiende su administración desde las camas matrimoniales a las casas de prostitución, pasando por los baños públicos, las pistas de baile, las fábricas, los confesionarios, las sex-shop, las prisiones, los liceos, los autobuses, las casas de orgías, etc…
Esta sexualidad oficial, esta sexualidad sin adjetivos, no hay duda para nosotros de que no queremos acondicionarla como se acondicionan las condiciones de detención. Sino destruirla, suprimirla, porque no es más que una máquina de castración y recastración indefinida, una máquina para reproducir en todo ser, en todo tiempo, en todo lugar, las bases del orden esclavista. La sexualidad es una monstruosidad, así sea en sus formas restrictivas, o en sus llamadas formas permisivas, y está claro que el proceso de liberalización de las costumbres y de erotización promocional de la realidad social organizada y controlada por los gerentes del capitalismo avanzado no tienen otro objetivo que hacer más eficaz la función reproductora de la libido oficial. Lejos de reducir la miseria sexual, estos tráficos no hacen otra cosa que alargar el campo de las frustraciones y de la carencia, que permite la transformación del deseo en necesidad compulsiva de consumir y asegurar la producción de la demanda, motor de la expresión capitalista. De la inmaculada concepción a la puta publicitaria, del deber conyugal a la promiscuidad voluntarista de las orgías burguesas, no hay ninguna ruptura. Es la misma censura la que está obrando. Es la misma masacre del cuerpo deseante la que se perpetua. Simple cambio de estrategia.
Lo que queremos, lo que deseamos, es reventar la pantalla de la sexualidad y sus representaciones para conocer la realidad de nuestro cuerpo, de nuestro cuerpo viviente.


Eliminar el adiestramiento


Este cuerpo viviente queremos liberar, desencuadernar, desbloquear, descongestionar, para que libere sobre sí mismo todas las energías, todos los deseos, todas las intensidades aplastadas por el sistema social de inscripción y de adiestramiento.
Queremos recuperar el pleno ejercicio de cada una de nuestras funciones vitales con su potencial integral de placer.
Queremos recuperar las facultades que son tan elementarias como el placer de respirar, el cual ha sido literalmente estrangulado por las fuerzas de opresión y contaminación, queremos recuperar el placer de comer, de digerir, perturbado por el ritmo de rendimiento y la sucia comida producida y preparada según los criterios de la rentabilidad mercantil; el placer de cagar y el goce del culo sistemáticamente masacrado por el adiestramiento intrusivo de los esfínteres, por el cual la autoridad capitalista inscribe incluso en la carne sus principios fundamentales (relaciones de explotación, neurosis de acumulación, mística de la propiedad, de la limpieza, etc.); el placer de masturbarse felizmente sin vergüenza, sin angustia ni por fracaso o compensación, sino simplemente el placer de masturbarse; el placer de vibrar, de murmurar, de hablar, de caminar, de moverse, de expresarse, de delirar, de cantar, de jugar con su cuerpo de todas las maneras posibles. Queremos recuperar el placer de producir placer, de crear, despiadadamente anulado por los aparatos educativos encargados de fabricar trabajadores (consumidores obedientes).


Liberar las energías


Queremos abrir nuestro cuerpo al cuerpo del otro y de los otros, dejar pasar las vibraciones, circular las energías, combinar los deseos para que cada uno pueda dar libre curso a todas sus fantasías, a todos sus éxtasis, para que pueda vivir por fin sin culpabilidad, sin inhibición de todas las prácticas voluptuosas individuales, duales o plurales, que tenemos imperiosamente necesidad de vivir para que nuestra realidad cotidiana no sea esta lenta agonía que la civilización capitalista y burocrática impone como modelo de existencia a aquellos que enrola. Queremos extirpar de nuestro ser al tumor maligno de la culpabilidad, raíz milenaria de todas las opresiones.
Sabemos evidentemente los formidables obstáculos que tendremos que superar para que nuestras aspiraciones no sean solamente el sueño de una pequeña minoría de marginados. Sabemos en particular que la liberación del cuerpo, de las relaciones sensuales, sexuales, afectivas, extáticas, están indisolublemente ligadas a la liberación de las mujeres y a la desaparición de cualquier especie de categorías sexuales. La revolución del deseo pasa por la destrucción del poder masculino, de todos los modelos de comportamiento y de emparejamiento que imponga así como pasa por la destrucción de todas las formas de opresión y de normalidad.
Queremos terminar con los roles y las identidades distribuidos por el Falo.
Queremos terminar con toda especie de asignación a una residencia sexual. Queremos que no haya más entre nosotros hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, poseedores y poseídos, mayores y menores, amos y esclavos, sino humanos transexuados, autónomos, móviles, múltiples; seres con diferencias variables, capaces de intercambiar sus deseos, sus goces, sus éxtasis, sus ternuras, sin tener que hacer funcionar algún sistema de plusvalor, algún sistema de poder, si no es sobre el modo del juego.
Partiendo del cuerpo, del cuerpo revolucionario como espacio productor de intensidades subversivas y como lugar en el que se ejercen al final de cuentas todas las crueldades de la opresión, al conectar la práctica política a la realidad de este cuerpo y sus funcionamientos, al buscar colectivamente todas las vías de su liberación, ya hemos producido una nueva realidad social en la cual el máximo de éxtasis se combina con el máximo de consciencia. Ésta es la única vía que puede darnos los medios para luchar directamente contra los efectos del Estado capitalista ahí donde se ejerce directamente. Éste es el único paso que nos puede hacer realmente fuertes contra un sistema de dominación que no cesa de desarrollar su poder, de debilitar, de fragilizar, a cada individuo para constreñirle a suscribir sus axiomas. Para reducirlo al orden de los perros.


5 comentarios:

  1. a 41 años la receta...del pastel...y contando... una perfección de la cocción...inimaginable...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Disculpa pero se requiere que coloques tu nombre y apellido y luego despliegues un poco más tu frase pues no entiende tu metáfora de la cocción, gracias

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  4. Ciertamente en la actualidad se está trabajando mucho por el reconocimiento y respeto a lo que se llama Diversidad en la expresión o preferencia sexual.
    Por lo menos en México coexiste el control represivo de antaño, con estas luchas; a la par que la "liberación" en todos los sentidos de las manifestaciones sexuales a través de la publicidad.
    En días pasados vi en un programa matutino de televisa sobre espectáculo, la proyección de algunos cortos sobre Miley Cyrus. Consumismo de la sexualidad. Exprimir la sexualidad hasta quedar vacío nuevamente

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  5. Ma.Concepción, gracias por comentar, si hoy el capitalismo sabe que el sexo es un objeto más para el consumo y para obtener ganancias, de ahí que tiende a vaciarlo del deseo.Saludos

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