Henry Ey le escribe a Lacan ante fundación

Lacan es excluído de la Société Française de Psychanalyse, en 1964, por exigencia de la I.P.A. Por lo que debe abandonar el anfiteatro de Sainte Anne en donde se desarrollaba su seminario. En este contexto  funda  l’Ecole Française de Psychanalyse, que se transformará rápidamente en l’Ecole Freudienne de Paris. Por esto es que  solicita el apoyo de Henri Ey y lo invita a integrar esta escuela.  La traducción que sigue, es  el último  borrador, de  dos, de la carta enviada a Lacan, ya publicada por Roudinesco o Clervoy*. 
En el margen cree útil visitar o re-visitar estas letras porque de ellas se desprende el espíritu abierto de Lacan y, de igual modo, cómo concebía el psicoanálisis Henry Ey, en las antípodas de nuestro discurso. 
Violeta Atadía, editora. [Estimada Violeta Atadía: conviene detenerse pues Lacan no compartía tu opinión sobre Henry Ey , fue a él a quién le solicitó hacerse cargo de la dirección de esa escuela. AS

“Mi querido Jacques,
De regreso de mis vacaciones encuentro, Rue Delambre, el acta y las notas adjuntas de las cuales me habías hablado.
Como te dije, no puedo mas que aplaudir la fundación de esta escuela que debe cuestionar no solamente los fundamentos del psicoanálisis, sino los problemas prácticos espinosos que plantea su ejercicio. Pero si aplaudo el ejemplo de coraje que así brindas, no es sin reservas; ya que, falto de poder romper con el psicoanálisis laico, temo que te pierdas. No podrás, creo – en el estado actual de las cosas y de las gentes – conservar la libertad de pensamiento y de crítica de un Psicoanálisis que, en su intento de escapar a la feudalidad médica, no pueda hacer otra cosa que constituir una religión, con sus ritos, sus dogmas y su liturgia. El Psicoanálisis no puede crecer que por lo que fue originariamente y por lo que es en el fondo, un método psicoterápico de liberación del hombre encadenado al discurso del otro. Toda la cuestión es de saber cómo la formación y el arte del Psicoanálisis pueden y deben ser integrados a las normas de la medicina; de la medicina en tanto y en cuanto ésta no consiste solamente en la intervención quirúrgica o la prescripción de medicamentos.
Si me hubieras pedido consejo antes de tomar el partido de fundar tu Escuela y por las razones que te he expuesto cuando me informaste de este hecho, hubiese tratado de disuadirte ubicándome solamente sobre el plano afectuoso que te porto. ¿Qué puedes ganar a fundar una escuela sobre bases jurídico-administrativas fatalmente precarias, mientras que tu escuela existe en su más brillante realidad? Una escuela está constituida cuando un Maestro enseña libremente a sus alumnos libres. Una escuela no es una institución; no se funda en su eficacia sino en el prestigio de su Maestro.
La amistad que nos une, y a la cual tú lo sabes, le he sido siempre fiel, está fundada precisamente en la total libertad de movimientos, cuando cada uno de nosotros ha tratado de ser los que somos el uno y el otro, es decir alguien. Nadie, y tú y yo menos que ninguno, podría ganar a esta dualidad que entre nosotros excluye todo duelo, que si desaparece un día podría destruirnos. No me puedes pedir eso del mismo modo que yo no te lo puedo pedir; y es por eso que es solamente en el plano de nuestra afección y de nuestra estima recíproca que, pienso, entendemos mantenernos…
Una vez dicho lo cual, no faltaré cuando regrese de México a donde voy dentro de algunas semanas, de precisar la situación contigo, si deseas hablarme y en cierto modo de confortar nuestra independencia, y quizás de hacerlo de un modo menos público si ves la necesidad”.

*Archives Henri Ey, Banyuls-dels-Aspres. Traducción Eduardo T. Mahieu.

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